Encontrar el espacio es difícil.
Son como vibraciones que se tienen que alinear en un mismo espacio.
Son emociones que se encuentran, como tonalidades de una guitarra distorsionada.
Son latidos que retumban como el pedal de una batería.
La inercia avanza como un adolescente que corre
Pero corre sin destino, en realidad escapa.
la adrenalina se siente hasta arriba.
Tampoco sabe de qué escapa.
Una luz lo hace detenerse.
¿Donde estoy?
Las calles suenan extrañamente familiares.
Nunca había estado ahí.
Hay flores en las plantas que cubren los muros
Debe ser la primavera.
Pero ninguna primavera es calurosa a las 3 de la mañana.
Ya sería momento de ir regresando.
De saber de donde vienes.
De pronto se aparecen sin aviso.
Son presencias que no saben hacer daño
Pero si saben de miedo, y miedo dan.
¿Sabrán hacer daño?
Quizás la duda es miedo, y viceversa.
Estoy rodeado, y ya es tarde.
Mis noches no suelen salir mal.
Tengo hambre y tengo sueño, quizás bebí de más.
No puedo escaparme sin levantar la cara
Sin que vean que de todos mis poderes, el no sentir miedo, puede ser el peor.
Las olas me llevan a otro espacio.
Estoy en mi pasado pero nunca había estado ahí.
¿Quienes son estos padres y madres y hermanos?
¿Quienes son los abuelos que piden ayuda o dan consejo?
Cuanto sufrimiento y amor. Cuanto dolor y melancolía.
Cuanto potencial se descubre
al hilo de la noche, en el espacio más oscuro.
Y el dolor, ¿cómo se traduce?
Vuelvo a correr por las calles de Morelos.
La luna brinca cera del horizonte y las sombras de los arboles me sirven de brújula.
Sé donde es arriba y donde es abajo.
Sé muy poco más.
Sé que está en mis entrañas. Sé que mi panza lo carga sin querer.
Sé que desde que me decidí por venir iba a cambiar algo en mi historia.
Sé también que iba a cambiar la historia como un todo.
Y yo iba a estar en el centro.
Es un torbellino, y pareciera que siempre quiere llevarte a las orillas.
A los espacios más vulnerables,
Lejos del centro que observa las oscilaciones, tranquilo.
Lejos del ojo del huracán, donde siempre hay paz.
Solo jugando se acerca uno, dicen.
Sólo decidiendo que todo es un juego.
Y que la seriedad es una ola más que te lleva al extremo.
Que la preocupación es consecuencia de la lejanía con nuestro destino.
Que las aves rara vez dudan que pueden volar.
Ya está el alba en el cielo y el frío es difícil de aguantar.
Menuda idea andar de guayabera a las 5 de la mañana por las barrancas de cuernavaca.
Ya la noche se despide con su última ráfaga,
¿Mañana serás capaz de recordar?
Cada paso me acerca, lo se.
O me aleja, quizás.
Que frustrante es estar perdido, cuando es de noche.
Que irrisorio es no saberse vivo. Cuando es todo lo que se tiene.
¿Pero de que se trata este camino sino de reírse de los indigentes que no lo son?
O de reírse de uno mismo que es casi lo mismo.
¿A quién vas extrañar cuando te mueras?
¿Quien va llorar en tu funeral?
Por el momento las respuestas rondan en la cabeza.
Taladran la mente con falsedades y verdad.
Siempre estamos en el acecho, del amor verdadero,
de quienes solo están detrás de una falsa identidad.
Habrán flores honestas o ausencias predecibles.
Así será el día de mi final.
Muy a lo lejos se ve una luz.
Es un puesto, de verdad.
Cada paso ahora hace sentido.
Solo hay un hombre atrás de una parrilla y yo estoy feliz de poder comer algo antes de llegar.
Dame varios de lo que tengas.
El taquero me mira, pero no me puede entender.
La felicidades me desborda, sin ninguna razón más que el calor del lugar.
Ya no estoy perdido. Ya tengo algo que comer.
Y quizás futuro, y quizás alguien que me quiera.
Y una mujer, y una consciencia, y un futuro.
Un hijo al que tendré que amar.
Y así la vida regresa a su punto inicial. Cuando jugamos, cuando tocamos.
Cuando reímos por impulso y no por juicio.
Cuando las carcajadas duran instantes pero el tiempo se detiene.
Cuando no sabemos de tiempo y de vida y nos cagamos en los pañales.
Somos nuestros hijos y somos nuestros padres.
Somos un momento en el tiempo, el experimento de nosotros mismos.
Somos instrumentos que se sobreponen como una canción de rock hasta dejar de identificarse.
Somos apenas una melodía que nos lleva arriba y abajo en notas semi harmónicas y ritmo.
Somos los remates de un platillo, y las emociones que se desbordan cuando descuidamos.
Y saltamos de la risa al llanto.
Y del llanto nos morimos de amor.
En el amor encontramos sentido. Hasta que llega el hambre y volvemos a llorar.
Es difícil no sentir miedo cuando se es indefenso.
Pero todo, absolutamente todo, una vez que el camino te lleva de correr a buscar,
Y de buscar a empezar a encontrarte, todo eso que nos quita el sueño y nos retuerce la tripa,
TODO se convierte en una elección.
(escrito mientras escuchaba Play de Dave Grohl)
Jose A. Casas-Alatriste