La elevación y la profundidad son dos perspectivas de la misma cosa.
Como flotar y volar.
Caer de un lado u otro para solo comprender que los elementos del aire y el agua sirven como contenedores.
Como ángulos relativos de movimiento y velocidad.
Espacios inversos de un universo que parece expandirse en direcciones inciertas.
O repetirse de
Manera indefinida.
O definirse en su propia indefinición.
Limitar la visión no implica terminar con el espacio.
Como el tiempo trata inútilmente de contener la vida.
El origen está de regreso. Figuras fractales de un vientre que comunica amor.
El amor que se confirma con las primeras sensaciones.
Vidas por delante y por detrás que complementan sus propósitos.
A una velocidad insospechada se aparece un gran ojo. Parcialmente cubierto de arcillas que no le corresponden.
Es grande pero mis manos lo son más. Remuevo la tierra de la circunferencia perfecta que deja ver otro cristal. Solo para saber que su contención será parcial. Al menos por ahora.
El punto focal regresa a ese donde el horizonte se desplaza con movimientos precisos como el sable de un samurai.
Mientras el ojo permanece estable.
Observador. Expectante.
Mientras el ojo permanece estable.
Observador. Expectante.
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