Wednesday, May 14, 2014

XIII. Quizás se equivocan


Tu mirada se presenta como una combinación indecifrable de laberintos.

        O como uno solo de dificultades desmesuradas. De muros y recovecos casi imposibles.
La manera en que sonríes cuando hablo parece desaparecerlos. Parece decir que en el fondo todo es un dibujo imaginario. Inexistente o sólo en mi imaginación.

        Quizás tengan razón. Quizás se equivocan. Quizás lo único que necesitamos sea estar con el otro y confiar. Perdernos en una inercia que se ahorre las preguntas y se vaya directamente a las respuestas. Una trayectoria atípica. A prueba de toda lógica. Con los peores momios, pero las mejores ganancias.

        Porque aun cuando tus pupilas desprenden un montón de dudas racionales, también describen un futuro irracional. Cómo la felicidad en estado puro. Sin lógica ni secuencia. Con trabas y negativas ante el ojo externo. No el que comparte  esta mirada. No el que recibe ese mensaje cifrado de perpetuidad o sufrimiento. El que puede comunicarse sin entenderse menos que uno mismo.

        Por eso escúchame. No con las palabras ni los oídos. Al revés. Con todo lo que no se ve porque ahí se esconde lo fundamental. En tu presencia y la mía y el aliento que a veces tenemos la virtud de compartir.

¿Cómo podemos no dejar que la razón nos predomine en futuros predecibles? 
¿Cómo evitar esas despedidas incómodas? 
¿Esos recuerdos que se suspenden indefinidamente en la duda de lo que pudo haber sido?

       Quizás se equivocan al pensar que lo nuestro no puede durar para siempre. Que el amor en estos casos es finito. Circunstancial. Domado en su sentido más superficial.


        No me atrevo a pensar en un destino tan mediocre. No pienso que tú tampoco te conformes ante una comodidad tan cortoplacista. Porque quizás en el fondo, no estoy dispuesto a detenerme con algo menor a lo que tu representas.

Jose A. Casas-Alatriste